¿No ves qué dolor,
qué pesar le quedó
a mi fiel y angustiado corazón?
Desde aquel día
que vos te fuiste,
mi vida paso
fulero y triste...
Qué mal te portaste
con el que te supo querer
sin falsía y con amor.
Y vos echaste todo al olvido,
lo que yo he sido para vos...
Yo jamás iba a pensar
pagaras vos tan mal
todo aquel bien
que con amor te supe hacer.
De la calle te saqué
pa’ no verte padecer.
Y aquí en mi pobre bulín
calmaste tu sufrir,
tu padecer y hallaste en mí
a un hombre fiel
que supo darte calor de nido,
abrigo y un puchero pa’ comer.
Te faltó la valentía
pa’ decirme: ¡Chau me voy...
me voy con otro de más hombría,
que ya estoy harta de vos!
Sólo hallé, sobre la mesa,
escritas en un papel,
siete palabras que componían
tu despedida cruel.