Siga el tango... siga el baile...
al compás de bandoneones,
pa’ ensanchar los corazones,
pa’ reír, para gozar.
Siga el tango... la alegría
a matar todas las penas,
que se rompan las cadenas
que ligó el verbo amar.
Hay que olvidar...
yo busco en la milonga
un alivio, un consuelo,
porque el amor
sus penas me rezonga
y renueva mi desvelo.
Di el corazón...
me lo arranqué del pecho,
sin temores porque amaba.
Y la traición
que siempre está en acecho
me dejó sin corazón.
Siga el tango siempre alegre...
siempre triste, marrullero,
como aquel cariño fiero
que tanto me hizo penar.
Suenen fuerte bandoneones
y produzcan alborozo,
para matar el sollozo
que se me quiere escapar.
Yo a mi dolor
voy dejando dormido
en las fibras de mi llanto,
mientras mi amor
va quedando esparcido
en las notas de mi tango.
Hice otra vez
que en mi alma renaciera
ese aroma que envenena,
otra vez más
haría que muriera
por no sentirlo jamás.