Ya no damos más; llegó el final,
Tardó en llegar... pero llegó
en un crisol de desencantos.
La realidad se hace novela,
y el desamor se torna llanto.
Fue un amanecer que se nubló.
—No fuiste tú, ni he sido yo
quien terminó con el encanto—.
Estaba escrito en el destino
que el romance moriría así,
y se murió...
Sin rabia y sin pena
tendamos un manto.
Ya sé: la vida fue buena.
¡Nos quisimos tanto!...
Sin rabia y sin pena,
sin cruz, sin heridas,
construyamos otra vida
con la fe del corazón...
¡Sin rabia y sin pena
ni desolación!
¡Para qué seguir fingiéndonos!
Terminaríamos, tal vez,
en un dolor sin fin, profundo.
Hay mil caminos que florecen
y hay amores nuevos en el mundo...
Fue un radiante amor y se apagó.
—No fuiste tú, ni he sido yo,
quien puso hielo en tanta hoguera—.
Estaba escrito que así fuera,
que el romance moriría así,
y se murió…