Anoche soñé a mi viejo
en pijama y camiseta,
campaneándola a la vieja
en la esquina de Larrea.
Tan real era todo aquello
que me llené de alegría,
no había indicios de muerte,
¡el sueño era todo vida!
Anoche le di un abrazo
como nunca le había dado.
Sentí mi alma vibrando
desde el pecho hasta las manos.
Le conté sobre sus nietos,
esos que no conocía,
y me miraba sonriente:
¡Yo creo que lo sabía!
Anoche soñé ese encuentro
y desperté emocionado.
¡Qué importa que fuera un sueño
si a mi viejo había abrazado!