I
Con la piel encendida de tormentas
y un océano oculto en el bolsillo
desanduvo su fuelle y su osamenta,
como un gato, en zaguanes y pasillos.
Fue Piazzolla por garra y por talento,
prepotencia de genio y de trabajo,
y fue el mago del barrio que nos trajo
un milagro de cielo y arrabal.
II (Estribillo)
Tu voz, che Pantaleón,
perfuma Buenos Aires como un ángel
y gime cuando suena un bandoneón.
Tu voz, Ástor, es hoy,
y estalla en los umbrales de otros tangos
que asoman todavía,
con ecos camorreros de tu adiós.
I Bis
Con Ravel y Pichuco en sus entrañas
y un arreglo en gotán del paraíso
va limpiando de olvido y telarañas
los resabios de un cielo sin aviso.
Y al final de conciertos y zapadas
con el último gesto en rebeldía
se le pianta a la muerte y, cada día,
piazzolísimo, vuelve a ser triunfal.