Semillas de la escuela, preguntas sin respuesta,
rayuela que se juega con zapas de charol.
Los genes de la abuela por siempre enamorada
del Negro y de Castaña con besos de malvón.
Las ganas en los ojos, las manos en el fuego,
metrónomo en el pecho que sigue al bandoneón.
Dibujo en negro y rojo, palomas de la luna,
romance que en ayunas ensaya el corazón.
Tangueritos
con disfraz de madrugada,
y esas caras que más bien son milonguitas
recién horneadas.
Tangueritos,
parejitas de juguete,
que parecen responder a un sueño ajeno:
crecer urgente, dice mamá.
Pero qué van a ser cuando sean chicos,
cuando el álbum de infancia
los busque en cada edad.
Y el potrero del barrio y una barbie de novia
y la vida en pañales
se cansen de esperar.
Un tango en miniatura agranda el escenario,
una audacia de raso disimula el candor.
Unos tacos aguja, unos lengues de guapo,
pero dientes salteados... que se llevó el ratón.
Tangueritos
con disfraz de madrugada,
y esas caras que más bien son milonguitas
recién horneadas.
Tangueritos,
parejitas de juguete,
que parecen responder a un sueño ajeno:
crecer urgente, dice mamá.