Uruguay, raza viril, suelo divino,
pueblo lleno de idealismo y corazón,
que lo mismo que los cóndores andinos
se levanta con su augusto pabellón.
Yo saludo reverente el heroísmo
de tus bravos e inmortales Treinta y Tres,
que en Rincón y Sarandí, llemos de altruismo,
demostraron por la patria su altivez.
Hermanos Orientales
jamás se extinguirán
los abrazos triunfales
que dos patrias se dan.
Y en el poema gayo,
que canta el porvenir,
el gran pueblo Uruguayo
por siempre ha de vivir.
En Florida donde, con magnificencia,
surge el símbolo a la hermosa libertad,
dulce loas cantará a la independencia
de esa raza siempre llena de lealtad.
Y en Mercedes, San José, Salto y Fray Bentos,
como en Minas, la Colonia y Paysandú,
glosaré las armonías de los vientos
en los ritmos de mi lírico laúd.
Benditas tus laderas,
tu cerro magistral,
tus fértiles canteras
de marmol y de cal.
Tus ágatas divinas,
más brillantes que el sol,
tus hermosas colinas
empapadas de amor.