La calle de tierra la zanja enyuyada
el malvón presente como la retama,
la brisa humedosa con olor a barrio...
todo conjugaba.
Mi vieja y sus plantas, mi vicio y sus callos
y de cuando en cuando o de madrugada,
un tren muy lejano rompía el silencio...
todo conjugaba.
Guardapolvos blancos, recreo y rayuela
y las trenzas sueltas de María Elena
volando en el cielo de la vieja escuela...
todo conjugaba.
Corralón y luna, tronqueros y lanza,
arena y madera, cadenero y chata
y arriba el carrero con su boina blanca...
todo conjugaba.
Y hasta el clavel rojo que en la oreja zurda
Rosendo cargaba... Para el trueque dulce,
para el intercambio de flor por mateada...
todo conjugaba.
El cielo celeste y la luna blanca
estrellas y cosmos, yo sé que me hablaban,
hablaban y hablaban, y yo no entendía
porque era un niño pero escuchaba...
todo conjugaba.
Y ya de aquel tiempo se grabó en mi alma
el tango orillero, el de las esquinas,
el de las barriadas, el Tango Universo
que Carlos cantaba, que Carlos cantaba...
todo conjugaba.
Todo conjugaba,
todo menos algo, donde no hay palabras.