Cuando en las horas de ansiosa calma
busca que su alma tenga emoción,
veo en tus ojos de desconsuelo
los negros velos de tu ilusión.
Pasan las horas su paso lento
triste y pensando tu porvenir
la vi mostrando su sacrificio
entre el bullicio del Tabarís.
Se ve que en todo su pasado,
la gloria de su lado muy pronto se alejó,
se ve en su cara demacrada
la huella de una pena que dice su dolor.
Ya nadie al verla piensa que llora,
la fe ya perdida, de todo su amor,
ya nadie sabe que su ternura
entró a la amargura que nunca sucedió.
Todos escuchan de su abatido
pecho el gemido de su aflicción,
pero ninguno ve que su llanto
rompe el encanto de su ilusión.
En vano espera paz y ventura,
ya no fulgura su esplendidez...
es flor marchita, flor deshojada,
que hacia la nada va en su vejez.
Sabe que ya no es más Trapito,
la bella que a su hijito amó con ciega fe,
todo el destino ha destrozado
su amor lo más sagrado, su encanto de mujer.
Como una rama que arrastra el viento
la llevó el tormento con todo su ser,
cuando la miro pienso en los días
que ha sido alegría en el Salón Dorée...