Me citaste la otra noche,
ansioso por verte fui.
Te busqué, te esperé mucho;
lo cierto es que no te vi.
Entonces bien convencido
que verte ya no podría,
me dije: "Será otro día",
y me fui pensando en ti.
Yo me dije: "Es seguro
que algo grave le ha pasado
porque ella nunca ha faltado,
siempre bien supo cumplir".
¡Qué noche, cuánto sufrir!
Así llegó el nuevo día,
busqué verte y saber algo
pero no lo conseguí.
Al cabo de algunos días,
una carta recibí
en la que vos me decías,
en pocas líneas, así:
"Te ruego que me perdones.
Engañándote venía
con otro amor que tenía...
Para siempre a él me uní.
Tomé dos cartas de un naipe
después de haberlas marcado,
las mezclé bien con cuidado
para mi suerte jugar.
Pronto pude comprobar
que tu contra se había dado,
tras cartón habías quedado,
lo demás lo sabés ya".