Ella pasó por su costado enamorado,
tiró sus ojos al conjuro de la tarde
y la mirada se le hizo mariposas
al verlo solo en la ventana del café.
Pensó un momento y se metió de contramano
al desamor y a la tristeza del olvido.
“Pasaba a verte y saludarte… sólo eso”
le dijo ella con sus lágrimas de ayer.
“Aún no te olvido” dijo él y una penita
salió volando entreverada en sus palabras.
“Pero estoy bien, no te preocupes, se me pasa.
sólo es cuestión de no pensar que desperté”
Ella tangueó en sus brazos un abrazo
y lo besó con la tristeza puesta.
Último beso como un signo del pasado
de las cosas, los amores y la ausencia.
El destrozó la rabia de sus labios
y se incendió por dentro como un niño.
Última ausencia de saliva florecida
como una daga misteriosa de recuerdos.
“Quiero morirme con tu beso entre mis labios,
con tu suspiro en mi suspiro caluroso,
quiero lograr la despedida y el después.
soñar que con mi beso no te vas”