Un boliche como tantos,
una mesa como hay muchas,
un borracho que serrucha
su sueño de copetín.
Hay un tira que se asoma,
una copa sin monedas,
un punga que se las toma
y una caña sin servir.
Una partida de tute
entre cuatro veteranos,
q'entre naipes y toscanos,
despilfarran su pensión.
Y acodado sobre el mármol
agarrado como un broche,
un curda que noche a noche
se manda su confesión.
El trompa tira la bronca
porque un pebete se cuela
y un cantor con su vigüela
pide permiso y entona.
Y así,
entre naipes, curda y canto
de esta escena cotidiana,
se oye la voz de una nena:
"¡Papá, vamos que mamá te llama!..."
Una esquina como hay tantas,
una barra como hay muchas,
un farol que nos escucha
en su nocturno cantar.
El chistar de la vecina,
la que no cuaja en el barrio
y un galán de tranco largo
que se raja de un zaguán.
La presencia del agente
desparramando el concierto,
ya la calle es un desierto
y el rey de bastos copó.
El envite de una copa,
que de apuro va a baraja,
mientras que frente a la caja
se afana el que te afanó.
El trompa tira la bronca,
porque un pebete se cola,
y un cantor caza la viola,
pide permiso y entona.
Y así,
entre naipes, curda y canto,
de esta escena cotidiana,
se oye la voz de una nena:
"¡Papá, vamos que mamá te llama!..."