Por ser un gil, me fui quedando atrás,
dejando a los demás mi parte en el camino.
Viví de espaldas a mi fe y me olvidé
que el almanaque no devuelve lo que toma,
porque el tiempo no perdona lo errores ni la piel.
Y anduve sin timón, yirando al bardo.
Jugando a ganador con la ilusión.
Y hoy que me pesan “los cuarenta” ya cumplidos
me acribillan los sentidos...
¡la verdad y la razón!...
Aún es tiempo de empezar
y regresar a fojas cero,
para asumir la realidad
con la porción de voluntad
¡que me quedaba en el tintero!...
Voy a tirar la frustración
en el cajón de las mentiras.
Voy a inventarme un hombre nuevo
sin excusas, ni consuelos de ocasión
¡que se sume a los demás!...
No quiero ser un títere de hollín
que cuelga del piolín lamiendo sus heridas.
Quiero intentar lo que no fui y descubrir
que todavía hay un mañana en cada mano
y un olor a ser humano que me ayude a ser feliz.
Y hacer con lo demás una fogata
poniendo en el reloj mi corazón.
Andar derecho sin renuncios ni achicadas
y dejarme de pavadas... ¡que no tienen solución!