Corrió la nube un viento azul,
se iluminó mi aliento gris,
trajo la tarde una ilusión
que se clavó bajo la piel.
Como un torrente de papel
escrito en pétalos de sol,
acarició mi sensatez y mi dolor.
Bajo las huellas de esta sed,
garabateada en el sudor,
hincó su dulce palpitar
dando cadencia al corazón.
Sin el permiso del ayer,
con la ternura de una flor,
atravesó mi intimidad
y al fin conmigo se quedó.
Abrí los ojos al amor como en el tiempo
que la semilla se agrandaba en este pecho,
en este cuerpo, en esta voz, en esta vida,
cuando mil pájaros poblaban mis mejillas.
Y fue el silencio marginal
quien se marchó a su soledad
alimentándome un batir de mariposas;
se despejó la tempestad
más larga y cruel que resistí,
y al fin reí, al fin soñé, al fin viví...
Cuando la simple realidad
empequeñece la virtud,
el escenario se hace espina
que destroza la inquietud.
Ahora lo puedo comprender,
sólo faltaba despejar
la nube gris...
divino viento azul.
Mención Especial Certamen Hugo del Carril 2008.