Cuando rodó, cual gota cristalina,
sobre su faz, la lágrima de amor,
me pareció su cara tan divina
un lirio azul besado por el sol.
Y recordé que aquella muchachita
guardaba en su alma ya muerta la ilusión,
porque el galán después de tantas citas
le hizo morir de angustia el corazón.
Cuando ve la carta amarillenta
llena de pasajes de su vida
siente que la pena se le aumenta
al ver tan destruida
la esperanza que abrigó.
El hombre aquel a quién adoró tanto
y le entregó su vida virginal
le hizo empapar su juventud de llanto
¡la hizo vivir cien noches de ansiedad!
Y al recordar la dicha que soñara
mira esa carta que un día él le mandó
pidiéndole que ella lo perdonara
si nunca más volvía... y no volvió...
Esta triste historia de su vida
ella, cabizbaja me contaba,
mientras que una lágrima rodaba
por su hermosa cara
llena de amargo dolor.