Se quedó mirando con gesto asombrado;
Se quedó muy solo con su cicatriz.
Y sintió en las manos tortura de clavos,
y sintió la muerte quemar su raíz.
Con la tarde entera poblada de diablos
en rondar macabro por verlo sufrir
y mostrando al cielo sus lanzas y dardos
y ya alguno, entonces, también un fusil.
Dicen
los que creyeron;
mienten
los que olvidaron;
todos
los que callaron
y se negaron aquel milagro,
que después, después de todo
y después de su calvario,
que después,
después de todo,
al fin…
no queda otra cosa que vivir.
Y se fue del mundo con gesto de abrazo,
con los ojos mansos y el rostro feliz.
Y quedó en la calle grabado su paso
cuando regresando volvió a la matriz.
Y se fue cantando a pesar de todo,
porque muchos hombres lo sabrán sentir,
se darán al tiempo de amarse entre hermanos
y muy juntos, siempre, podrán resistir.