Vení vamos de nuevo, la noche nos espera.
Tal vez valga la pena, volvamos a charlar.
Anduvimos gastando no sé qué madrugadas,
traqueteándolas juntos con el que gana el pan.
Refugiando las sombras que el alba acorrala,
para, en noches sin luna volverlas a soltar.
Encendimos los fuegos que tercos estrolaban
el repetido absurdo de un ciego regresar.
Recuerdos, que le dicen. Vencidas golondrinas
con sus chaquetas negras gastadas de volar.
Sentamos a la mesa, al lado de fantasmas
la triste marioneta que rompió su disfraz.
Perdidos en la suerte garabateamos letras,
con sueños siempre viejos y música de vals.
Viajamos remolinos, garúas y distancias,
demasiado lejanas para poder llegar.
Y allí, en una esquina estúpida y callada,
agazapada y necia, la muerte pudo más.
Habrá que ver de nuevo, revisar ciertas ganas,
discutirle a las causas que se maneja mal,
que acaso, todo esto, resulte uno de tantos
errores de los gruesos que Dios sabe gastar.
No sé, vamos de nuevo, la noche nos espera,
tal vez valga la pena, volvamos a charlar.