Bajo el ombú
adonde anidan torcaza y zorzal
y en donde entonan sus dulces canciones
de amor, de vida, de calma y de paz.
Sólo para expresar
la suave y dulce caricia de amor
nació Vidita como broche
de aquel cantar de gaucho payador.
Al repetir, Vidita mía,
en el cantar de los amores
y al soñar en esa vida
que guarda en sí poesías e ilusiones.
Siempre dirán, Vidita mía,
los que al querer juran promesas
y así no morirá
aquella Vidita sin igual.
Lejos ya del ombú
siguió viviendo, sin jamás pensar
que entre sonrisas y goces mundanos
al fin llegará un día a trinar.
Y de un tango al llorar
las tristes notas, aquel bandoneón
siguió, Vidita, como emblema
de aquel amor, compadre y milongón.