Viejo coche, que cuando era
un muchacho calavera
de madrugada ocupé...
Si por pura fantasía
de la milonga salía
y a Palermo me tiré.
Eras nuevo y lustroso
y tu buen caballo brioso
por el centro te lució.
¡Viejo coche, quién diría,
que a la larga rodarías
como también rodé yo!
Te acordás de aquella noche
cochero que me quisiste,
qué contento te pusiste
porque un cariño encontré.
Y aquella otra que apenado
me dijiste: "Vea, niño,
hace un rato su cariño
en otro coche se fue".
De mis pilchas, te pasaba
de aquellas que ya no usaba,
toda ropa de valor.
Si una fija me corría
muchas veces, si podía,
te llevaba un ganador.
Donde quiera que paraba
a tomar te convidaba
a mi lado un copetín.
Yo tenía mucho vento,
vos sabés que eso no es cuento
ni me dejarás mentir.
Y el pasado me ha quedado
como un recuerdo grabado
de mis éxitos de ayer.
¡Pero abierta está la herida
de la leyenda fngida
que me contó esa mujer!
Como vos, viejo cochero,
resignado sólo espero
lo que la suerte dirá.
Esperando que la vida
eche su última partida
para poderla copar.
Ya después en la carpeta,
al llegar la madrugada,
vos estabas de parada
para llevarme a dormir.
Y al tranco de tu caballo,
ya también viejo y cansado,
éramos naipes marcados
en el monte del vivir.