Vos nunca sabrás por más que pienses
todo el mal que me has causado,
han dejado en ruina, tus caprichos
un hogar santificado.
Ella fue pa' mi más que la dicha
de querer, todo mi amor,
la amiga, más noble,
la gran compañera
de un hombre
honrado y cabal.
¡Qué solo estoy!
¡Qué triste quedé!
Dichosos aquellos
que lloran un día
y olvidan después.
Yo no se llorar,
aguanto el sufrir.
Y aunque esto es horrible
rastrero y cobarde,
no se maldecir.
Habiendo por ahí tantas mujeres,
vos venís a arrebatarme
lo que Dios me dio para solaz
de mi vivir amargo y triste.
Habiendo por ahí tantas que buscan
un amor sincero y fiel,
pusiste tus ojos
en la que vos nunca
debiste
tus ojos poner.