No me engaño, yo sé que no me engaño,
no creas que no entiendo, la cruz que estás sufriendo.
Los besos que me das no tienen alma,
no hay nada en tu mirada ni en tu voz.
Callas, y es tu piedad
mucho peor que ver la realidad,
enfrentarme con tu palabra cruda
y oír brutal, desnuda, la verdad...
No me engaño, no me digas que me engaño,
si hace mucho más de un año
que los dos, como extraños,
soportamos lo imposible,
esta vida tan terrible, tan atroz.
Es tan cierto que me miras con tristeza
y yo quiero tu franqueza y tu valor.
Es tan cierto, que en el aire se respira
la mentira de tu amor, que no es amor.
Cuántas veces, no sabes cuántas veces,
me pregunté pensando por qué se está callando,
por qué no quiere hablar, porque no grita
su hastío, su ansiedad, su soledad.
Algo, que de una vez
pusiera fin a esto que no es,
que no es nada, es un andar incierto,
por un camino muerto, sin después.
No me engaño, no me digas que me engaño
si hace mucho más de un año,
que ya todo terminó.