Entre tus ropas vi una carta
casi de vieja está borrada,
y en ella decías: yo te quiero,
toda tuya, toda soy.
Entre tus ropas vi una carta
que la guardé porque esperaba,
no me engañarías y de nuevo,
a mi lado vuelves hoy.
En mi cabecera colgué
la estampilla y una flor,
que marchita la guardé;
me la diste como prueba de cariño
y llenaste mi pecho de ilusión.
Te convencerás que no fui
tan malito y que con vos
pasé el tiempo más feliz.
Yo no sé si un consejo o si tu almita
se empeñó en destrozar mi corazón.
Vieras solo, como estaba
la tristeza me mataba,
nadie pudo contentarme,
nadie pudo ahogar mi amor.
¡Ay! si vieras el que quiere.
¡Ay! si vieras como siente,
como siente al quedar solo
con sus penas y dolor.
Pronto los días fueron años
nunca sentí tal desengaño,
siempre te esperaba y no volvías
y mi vida se amargó.
Tanto pensaba en el pasado,
tanto miraba tu retrato
que me pareció ver las cenizas,
las cenizas de mi amor.