Ay, el amor secreto, un cadencioso
levantar las solapas a los días,
el dolor de gritar con las encías
te amo, ¡te amo! y un dolor hermoso:
te he sepultado viva, en mí, por mía,
y aún con la ropa vuelta calabozo
desbrochamos la melancolía
y desnudas las almas, qué alborozo,
qué abrazo en alma pura que nos dimos
y adentro se abrazaron las aortas
con mimos perfumados como un ramo.
Si pudo ser o no, mi amor, qué importa,
qué importa si hemos muerto o si vivimos,
te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.
József Rippl-Rónai - Zorca