Muy cerca del ocaso, con paso vacilante,
el siglo peregrino de la ruta confundió;
el siglo del progreso, eufórico y radiante,
se arruga como globo que el tiempo desinfló.
Nación con esperanzas y cánticos triunfales,
con mucha inteligencia y poco corazón
y así lo destrozaron con guerras infernales
señores poderosos, borrachos de ambición.
Filósofos y chantas lo quieren explicar
con ríos de palabras que zumban sin parar:
un flaco comprensivo que por aquí pasó,
sin tantas alharacas... ¡Qué bien lo dibujó!
Rumiando los fracasos, seguimos adelante
mientras por el camino se enturbia la ilusión
y con algún tropiezo, curtidos en aguante,
dejamos todo el resto, a puro corazón.
La gente va rifando gastados ideales,
braceando en la corriente, buscando reflotar
perdidas esperanzas que crucen los umbrales
de un siglo renovado, jugándose a ganar.
Revoltijo... compraventa,
despelote universal...
A partir del nuevo siglo,
otra historia hay que inventar...