Sin la careta del dolor,
pensando en el amor,
van todos a Florida...
En el soberbio atardecer,
sonriendo, la mujer
es un canto a la vida.
Por esa calle de moda
va siempre gentil,
soñando, dulce, en la boda,
que la hará feliz...
Va por la calle Florida,
la linda calle donde está el querer.
Los muchachos, también,
saboreando ilusión,
llevan el corazón
en un lírico tren.
Y el piropo sutil,
en sus labios, es miel
que alimenta el clavel
del humano vivir.
Se contemplan los dos,
con ideal frenesí.
Ella dice que sí;
nunca él dice que no.
Y en un mismo dulzor,
por Florida se van,
que es la calle sin par,
en las cosas de amor.
En ese punto de reunión,
también, tras la ilusión,
va el viejo presumido.
Con una rosa en el ojal,
doliéndole al pisar,
maldice el reumatismo.
Y en esa calle querida
por el caburé,
jamás se siente vencida
la pasión y fe.
¡Bendita seas, Florida!
Mientras yo viva no te dejaré.