Sos habitante de intemperies
e inquilino común de la inclemencia,
sin cucha ni collar,
¡De suerte perra!
Sentimental y despojado,
peregrino vulgar de las veredas,
Y andás, maltratado por la vida,
con el alma dolorida
entre la gente.
Para morfar, hurgás en la basura,
esperanza sin premura
en hambre urgente.
Sos indefenso y resignado,
errante rutinario y siempre alerta.
Sufrido a flor de piel,
¡De vida perra!
Sensible y desprovisto,
con las patas cansadas y mugrientas.
Y vagás, sediento y desgreñado,
con la cola entre las patas,
vida y miedo.
Para dormir buscas en los rincones,
sin tener mas pretensiones
que tu sueño.
Sos habitante de las calles,
vecino poblador sin residencia.
Sin raza singular,
¡Hijo de perra!
Sos paladín de la esperanza,
latente la alegría en tu existencia.
Y tenés confianza renovada,
con la cola alborotada
y sin más pena.
Y así apostás con fe cada mañana,
a tener tu tan deseada
cucha buena.