El hombre a quien amaba con gran pasión,
que nunca le hubo comprendido,
se fue riendo de la pena y amor de Hollín...
La pobre mujer que piensa siempre en él.
Lo llora en sueño y lo ve en su dolor...
de vuelta al nido del querer que antes él dejó,
siguiendo a una flor, ya marchita de placer.
¡Ay, Hollín!... le cantaba entre las rosas,
anhelo estar a tu lado siempre así,
y entre abrazos y frases muy hermosas,
daba su alma y vida juvenil...
¡Ay, Hollín!... suspiraba otras veces
ya no te irás de mi lado, nunca más...
viviremos juntitos muy felices,
porque ya nunca te podré olvidar...
Cenizas quedan de aquel sincero amor,
virtud que el malo ha despreciado,
y es tanto lo que sufre, mi corazón
que bien quisiera poder olvidar su pasión.
Si alguna vez él retornara por aquí,
cansada, le ha de repetir
que de los ardientes amores,
no queda ya más, fue tan solo ¡un pobre hollín!