La noche se vistió de invierno y niebla,
la calle se volvió melancolía,
rondando mi desdicha enamorada
tu nombre sobre mí, llovía...
Ansiaba arrinconarte en el olvido
curar de este dolor la abierta herida
y cruel la realidad, calladamente
mojando al corazón llovía...
Entré en nuestro café, busqué secar mi llanto,
no es fácil comprender por qué te quise tanto...
La antigua soledad, nostálgica y vacía,
se ensaña con la pena mía.
No queda entre los dos ni el humo gris de un faso,
tu vida se llevó mi vida paso a paso;
hoy tiemblo al recordar la dicha que fue mía
y sobre nuestro amor, llovía...
(Para final)
Afuera, ¿te acordás?, llovía...
Tu piel en el recuerdo sabe a lluvia
mis ansias desbordadas se extravían,
sentada en un rincón del bar, tu ausencia
recóndita y tenaz, llovía...
Se enfrían dos porciones de tristeza
y frente a mí tu silla está vacía;
es este mismo bar y es otro el tiempo
aquél donde el amor llovía…