Viejo Rosedal porteño,
bello jardín de ilusiones,
¡Viejo Rosedal!
Vos fuiste el que primero
me enredó con el amor.
Debajo de un arbolito
chamuyando a una pebeta
linda como un sol,
le dije por vez primera
dulces palabras de amor.
Cuando florece un rosal
y nace en él una flor,
es como una mujercita
anidando una pasión.
Añoro sus labios rojos
sus celos y sus antojos
y la luz de aquellos ojos
que encendieron mi pasión,
hasta perderme por ellos
por quererlo el corazón.
Tus lagos y tus jardines
fueron los testigos mudos
¡Viejo Rosedal!
Donde quedaron ocultas
todas mis cuitas de amor.
Y en él hoy, viejo arbolito,
aún contemplo emocionado
¡Dulce evocación!
Su lindo nombre grabado
y lloro con emoción…