Vuelvo a este viejo bar
porque te siento
conmigo en el aroma del café,
en este espacio donde compartimos
violetas y pocillos,
chamuyos y mantel.
Refleja el ventanal
tu imagen mía,
fantasma que aún me yira por la piel...
En el afán de ver lo que no existe
el corazón se rinde
y vuelvo aquí otra vez.
Esto es mirar, mirar si ver,
que ya no estás, que todo fue.
Esto es vivir sin comprender
que nunca más has de volver,
que sólo queda del ayer
aquél “te quiero” que una vez
trazó tu mano en el revés...
de un pedacito de papel.
Esto es quebrar la placidez
del viejo bar, y sin querer,
de amor por vos enloquecer
bebiendo a solas mi café.
Y sólo queda del ayer
aquel “te quiero” que guardé
escrito en la servilletita de papel.
Vuelvo a este viejo bar
porque te encuentro
igual y cotidiana(o) aunque no estés
y en el brumoso aliento de humo y faso,
porfiado, tu recuerdo
me está esperando fiel.
Un bulo en la ciudad,
un nido ajeno
que presta su ternura en alquiler,
aquí con vos escondo mi tristeza
debajo de una mesa
al precio de un café.