Ella me ha sepultado en un vacío
frío, de noche gris y sin estrellas.
Y quedé como un árbol sin flor,
tarde sin luz, campo sin sol...
Ella era un descanso en mi camino,
vino para volver mis horas bellas.
Pero al fin me envolvió la noche
con su cerrazón... ¡y la perdí!
Nunca... se alegró mi vida trunca
y en mis horas desoladas
ya nada podrá mis lágrimas secar.
Con las alas destrozadas
se perdieron mis sueños de cristal.
Nunca... volverás, yo sé que nunca
y al final de mi jornada
cuando nada exista ya...
me llamarás.
Sombra que se diluye en el hastío
frío de mi palabra que te nombra.
Y he quedado tan triste sin ti,
loco sin ti... muerto sin ti.
Ella tuvo en sus manos mi destino,
vino para volver mis horas bellas...
Pero al fin pudo más la angustia
de mi soledad... ¡y la perdí!