Miraba la ciudad desde el estrolo
de la piedad mortal de sus veredas,
buscando aquella edad de amor y sedas
y del bulín bacán en el Barolo.
El era sólo el último cafiolo
lanzado en el final del tobogán,
sin fiestas de champán ni de nebiolo,
cruzando pobre y solo el macadán...
¡El último cafiolo!
Desastroso papel
de un drama vil
tras un mantel
-cumplido y obsequioso-
sirviendo al "mundo gil"...
¡Yugándolas de mozo!
¡El último cafiolo!
Y hasta la mina fané
del cabaré,
la que mangaba "caldito de gallina",
anoche le dio un mango de propina
y atrás de aquel gomina
se le fue.
Los años con su marca de vitriolo
gritaron la verdad de aquel espejo:
junaba su perfil, y estaba viejo,
miraba alrededor, y estaba solo.
¡Telón burlón del último cafiolo!
¡Sentía desangrar su corazón!
¡Servime, che cartón! -gritó un pipiolo,
y él le quebró un nebiolo en el melón.