María Luisa Carnelli (La Plata, 31 de enero de 1898 - Buenos Aires, 4 de mayo de 1987) fue una poetisa, escritora, periodista y corresponsal argentina.
Nació en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, a media cuadra del Paseo del Bosque, parque que caracteriza a esa ciudad. Fue uno de los diez hijos de Julia Serna y Enrique Carnelli. Sus hermanos varones escuchaban tango a escondidas, porque sus padres no querían que esa música ―que en esa época se consideraba prostibularia― entrara en el hogar. Según su propio comentario, los muchachos le quitaban la bocina al gramófono para escuchar el sonido el disco directamente desde el roce de la púa. En una ocasión, una de las hermanas bailó un tango en una casa de familia; su padre, al enterarse, le dio una golpiza.
Desde muy chica escribí versos. Cursé el colegio normal y luego me casé. A partir de ese momento comenzó mi trayectoria de periodista, fueron algunas colaboraciones para la revista El Hogar, luego en todas las revistas y diarios de Buenos Aires.
Carnelli fue una mujer independiente, y fue transgresora no solo en lo referente al tango: políticamente se atrevió a adoptar la ideología izquierdista, renegando así de su origen burgués. Se casó muy joven, tuvo un hijo, y al poco tiempo se separó ―en Argentina no existía el divorcio en esa época, por lo que no se podía volver a casar legalmente―.
Se radicó en Buenos Aires y se ganó la vida como periodista. Sus artículos fueron publicados en diarios y revistas de la época como Crítica, Noticias Gráficas, Clarín, La Nación, El Hogar, Caras y Caretas, Fray Mocho, Atlántida y otras.
El periodista Enrique González Tuñón ―que escribía para el diario Crítica su columna sobre tangos― la relacionó con lo que se llamaba «el ambiente».
En 1922 ―a los 24 años de edad― publicó su primer libro de poemas, Versos de mujer. Dos años después publicó el segundo, Rama frágil.
En 1927, el poeta Carlos Muñoz ―más conocido como Carlos de la Púa o el Malevo Muñoz― debía hacerle una letra a un tango de De Caro, justamente su título era El malevo, pero como no escribía letras de tango se lo pasó a Enrique González Tuñón (1901-1943) y como este tampoco escribía poemas ―el poeta era su hermano Raúl González Tuñón (1905-1974)― se los pasó a María Luisa Carnelli, que en esa época era su pareja. Muñoz omitió transmitirle esta información a De Caro: «Lamentablemente, De Caro en sus memorias da como autor a Muñoz, pero la letra la escribí yo».
La cantante Rosita Quiroga grabó ese tango el 16 de marzo de 1928.
Yo fui una muchacha de familia burguesa con ambiciones literarias a quien le resultaba realmente incongruente escribir tangos lunfardos. Mi padre jamás supo que yo los escribía. Él no quería que yo fuera demasiado libre.
En 1928 publicó Poemas para la ventana del pobre.
En todas las discografías y comentarios al respecto es ella la que figura, con su seudónimo Mario Castro, aunque De Caro lo grabó el 2 de febrero de 1928 en forma instrumental. También le puso letra a Moulin Rouge, de Francisco De Caro, que la orquesta grabó tres veces, siempre sin canto y a Primera agua, cuyo estribillo estuvo a cargo de Félix Gutiérrez, en su única intervención en este conjunto. Como Luis Mario ―su otro seudónimo― escribió la letra a Dos lunares de Francisco De Caro, que también se grabó instrumental.
Hacia 1929 con Edgardo Donato compuse Se va la vida. Como en aquel momento casi todos los tangos llevaban letras lunfardas y yo ya conocía ese lenguaje por mis hermanos y por el ambiente periodístico que frecuentaba, tenía que usarlo. En ocasión de un homenaje a Filiberto, se sentó a mi lado mi colega Last Reason. En dicha reunión, la orquesta invitada tocó Se va la vida. Entonces Reason comentó que era un tango realmente lindo, a excepción de la letra. Se despachó a gusto en contra de la misma, hasta que finalmente le dije que era mía. ¡Hay que ver el mal momento que le hice pasar! Ese tango se impuso en España, llevado por Azucena Maizani. Allá gustó mucho, a tal punto que Manuel Pizarro me comentó que los tangos que más solicitaban eran La cumparsita, Adiós muchachos y Se va la vida.
En los años treinta el tango comenzó a decaer en el interés popular. El dinero que recibía Carnelli en concepto de derechos de autor también empezó a disminuir. Consultó con el músico Sebastián Piana alguna cosa para seguir trabajando y decidieron crear otro ritmo que no fuera jazz, ni «tropical»: el tam tam. Pero cuando presentaron el proyecto a la Secretaría de Prensa ―se debe recordar que transitaban por la Década Infame (los años treinta en Argentina, caracterizados por la corrupción, el victorianismo sexual y los gobiernos militares)― el tema quedó archivado.
Entre 1933 y 1939 fue corresponsal en España de la revista Ahora (de Buenos Aires). Participó en defensa de la democracia durante la guerra civil española.
Escribí cuentos y poemas, viajé por 24 países; fui corresponsal para un diario argentino desde España durante la guerra civil. Escribí letras de tango porque sobreviven más, por su popularidad y porque con la letra de Cuando llora la milonga, de Filiberto, gané más que publicando ocho libros.